Sembramos coca, pero no medimos las consecuencias

Sembramos coca, pero no medimos las consecuencias

Mayerly Sánchez representa la valentía y el amor por la familia, el campo y la vida, es una mujer de 33 años de edad, de la vereda Paso Malo, del Tambo, Cauca, quien con su esposo Eibar Urrea decidieron iniciar un proceso de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos. Ambos, tienen dos hijos Jhon y Sharon Urrea de diez y seis años. Iniciaron con la siembra de cultivos ilícitos por la carencia de recursos económicos familiares. “Sembramos, pero no medimos las consecuencias” comenta con un tono de voz bajo, sembrar la mata, significó para ella, su familia y la comunidad, temor y la sumisión a grupos armados que controlan el mercado local de la coca.

Mayerly, tenía media hectárea de plantas de coca sembrada de la cual alcanzó a cosechar 500@ de hoja coca durante un año, para la cosecha contrataba “raspachines” personas dedicadas a la recolección. Este trabajo comenzó a tornarse poco rentable por la inestabilidad de compradores y también riesgoso, los cultivos ilícitos atraían inseguridad para su familia y su comunidad.

En septiembre 2019 Mayerly a través de una socialización que realizó el programa ALGO Nuevo conoció los beneficios de la sustitución y sus ventajas; el programa le brinda asistencia técnica para mejorar el rendimiento y calidad del café, seguridad alimentaria y asistencia legal para formalizar el uso de la tierra. No fue fácil para Mayerly deshacerse de los cultivos que por mucho tiempo fueron su sustento y el de muchas personas a su alrededor, pero también, fue motivo de miedo e intranquilidad por ello tomó la decisión de darle un nuevo cambio a su vida. “La sustitución de nuestras tierras fue el año pasado, inicialmente con 0.5 es decir, media hectárea y en la segunda fase, se eliminó la misma cantidad, media hectárea 0.5. Fue así como decidimos darles un cambio a nuestras vidas, nuestra familia y nuestra comunidad” – Menciona Mayerly con una sonrisa en su rostro y los ojos llenos de esperanza.

Ahora, Mayerly y su familia llevan una mejor vida, su finca fue transformada en hectáreas de café, con la asistencia legal para la formalización de sus terrenos podrá solicitar créditos que le servirán para fortalecer su cultivo lícito. Los treinta y hasta cincuenta mil pesos que recibían en sus manos por una arroba de coca cada tres meses, se convirtieron en cien mil pesos por cada arroba de café. Fue con las primeras cien arrobas de café que cosecharon, que lograron comprar su primer ganado y esperan crecer de manera monumental en un futuro.

“Ahora tengo mi propia empresa, nosotros mismo establecemos nuestros tiempos – y no los grupos armados- y eso es algo muy bueno”. Mayerly comercializa su café a clientes particulares y también a una asociación de mujeres a la que pertenece, su felicidad puede percibirse sólo con su presencia, en su lista de sueños tiene construir una casa para sus hijos, ya que espera que puedan estudiar y convertirse en grandes profesionales. Es diferente emprender con cultivos lícitos, hace presencia la tranquilidad cortando el hilo de la inseguridad. Por último, Mayerly afirma que “Los hijos son lo que son los padres” un gran ejemplo de cambio, por el amor a su familia.